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lunes, 9 de diciembre de 2019

Reina Roja

Como ya tengo la cabeza para leer, unas gafas de cerca bien graduadas, una gata ronroneadora y sobre todo un Kindle nuevo he retomado uno de mis hábitos favoritos: la lectura de thrillers.

Sabido es por todos mis obsesión por las novelas de autores suecos varios:Henning Mankell,  Camilla Lämberck y todo aquello de apellido Larsson. Sí, que le vamos a hacer soy facilona.

A la saga de Stiegg la perseguí por Estocolmo y me alegré mucho cada vez que adivinaba una localización de las novelas. Y aunque de Ossa, solo me leí una obra, me tocó lo suficiente, como para entrar en una iglesia en Kiruna (Laponia) y sentir (sin saber por entonces, que ella había nacido allí ) que yo había pisado ese sitio antes. Y no es que fuera asi, es que simplemente lo había leído. Pelos como escarpias, cuando me percaté, oigan.

Pues bien, el panorama thriller español desde hace tiempo no tiene nada que envidiar al de los suecos. Por Dolores Redondo me fui hasta el valle de Baztan, mientras se rodaba el "Guardián Invisible" y de momento tengo pendiente viajar a Vitoria por la trilogía del "Silencio de la ciudad blanca". Pero estas navidades me quedo en Madrid, con Juan Gómez Jurado.

Le conocí por los post casts que Ramírez me pone en los viajes, sobre todo por "Todopoderosos" donde coincide con Javier Cansado, el de Faemino y Cansado, que siempre me ha gustado mucho. A Juan le toca el papel de de sabelotodo, y le dan mucha caña y es muy divertido. Pero lo que yo no sabía que detrás de esa actitud, creo que impostada, de repelente niño Vicente,  se esconde  EL ESCRITOR DEFINITIVO DE THRILLERS EN ESPAÑA.

Con un lenguaje cercano, una trama inteligente y personajes salidos de la vida real. "Oh, Dior mío, ¿Acaso está hablando de Amancio Ortega, o de Ana Patricia Botín?"  Pues sí, Gómez Jurado se atreve a inmiscuir en una historia truculenta a las más altas esferas del poder, sin pestañear y sin un ápice de disimulo. Aunque los verdaderos protagonistas de Reina Roja son  los creados por él. Un rudo policía vasco que para nada está gordo y Antonia Scott, pirada e hija del embajador británico en España. Léanla, yo ya me he descargado la continuación "Loba Negra", cuya lectura emprenderé tan pronto concluya "La buena hija" de Karin Slaughter, que para ser americana, no está nada mal.


sábado, 12 de mayo de 2018

Desconectada

Cosas de la vida, me he acordado hoy de que yo tenía un blog. Un triste blog que no actualizo desde 2015. Esta plataforma ya está pasada de moda. Pero por el momento ninguna otra me convence; Twitter lo manejo sólo como app informativa, y de Facebook me fui, empezaba a parecerse a un patio de vecinos. Instagram me permite subir fotos de mascotas y comidas y poco más. Yo me sentía como un pez en el agua con Fotolog, siempre se me ocurría que contar, y nadie parecía ofenderse por las cosas que relataba, sin darse por aludido ni ponerse verde de envidía. Sí es cierto que pululaba mucho petulante y diletante mal intencionado, pero no advertía yo la malicia que se respira en Facebook. Gente que jamás participa, pero lee con avidez las publicaciones de los demás, sin aportar ni un triste "like". Me sentía en plan "Te estoy vigilando (para criticar) y lo sabes".

Pero en el fondo echo de menos el interactuar en redes sociales, supongo que este blog servirá de desahogo para hacer llegar al mundo las cosas que por mi cabeza pasan, con la ventaja o desventaja de qué una no sabe quién la esta leyendo, ni con qué propósito. O sea como en Facebook... :(

¿Que qué ha pasado desde 2015? Muchos enganches a series, más de los que deberían, una pasión inmensa por Juego Tronos, ninguna peli de Zach Braff en el cine, ni un campeonato de Fórmula Uno ganado por un español, algun festival de música y pocos conciertos, una reconciliación familiar, 3 aniversarios de boda para cuatro. Croacia, Eslovenia, Bosnia, Noruega, Suecia, Camboya, Vietnam, Bélgica, Holanda...Una gata más, un progenitor menos, un disgusto enorme de culebrón sudamericano del que algún día me reiré, 18 kilos menos, dos holters y una resonancia, una casita preciosa. Unas elecciones generales in situ, miles de llamadas, algunos cigarrillos y copas de vino. Un coche nuevo y sobre todo una Thermomix. 

¿No sería así como retomaría Bridget Jones, su diario tantos años después...?







jueves, 19 de marzo de 2015

Japonismo

Como saben que voy tarde con todo, tampoco les sorprenderá que les cuente que he  estado en Japón. Meses preparando el viaje para luego pasar meses hablando de él, y meses después explicarlo en mi blog. No sea que a estas alturas de la película hay algún homínido en la tierra que no se haya enterado.

Pues sí, 2014 fue un feliz año, ahora que ya ha concluido y andamos inmersos de lleno en 2015, lo puedo anunciar a los cuatro vientos sin que se me gafe. Fue el año en que concluí mi primer año universitario, con más pena que gloria, debido a que conseguí de nuevo un empleo indefinido que me impidió estudiar, lo que me hubiese gustado. El año en que me regalaron una vespa preciosa durante la celebración de nuestras nupcias (además de muchas más cosas), en esa divertida fiesta campera. El año en que Fanny, se convirtió en mi mejor amiga y se adaptó a su nueva vida en Madrid, Y sobre todo el año en que preparamos con mimo y mucha ilusión nuestra visita a el país nipón.

Probablemente las vacaciones de mi vida, aunque lo cierto es que siempre digo esto al regreso de cualquier viaje. Sin embargo este ha marcado e influido, incluso en nuestras pequeñas rutinas habituales: hasta una arrocera nos hemos comprado a la vuelta, impensable haber subsistido todo este tiempo sin algo tan imprescindible...

Mi parteneire (ya legal, pero parteniere) se ocupó de cansinear ya suficiente con el viajecito de marras en su blog. Eso sí, todo muy ordenado y muy bien explicado. (Me queda la duda de sí alguien le leyó hasta el final...). Yo me he encargado de la parte más divertida:

Con todos ustedes: "La ruta nipona: la película".





Besos y abrazos. No se olviden de pasarse por Tokio, Kyoto, Osaka, etc. para tener tema de conversación durante semanas, pese a quedarse sin amigos.

Saludos,

Kitkate.

viernes, 15 de agosto de 2014

True detective


Pues sí, una que es una tardona, pero para que se imaginen del tiempo del que dispongo, he terminado por fin de ver True detective esta semana y eso gracias a que aumenté la memoria de mi móvil y pude seguir las andanzas de Matthew camino del trabajo y con el traqueteo del metro de fondo. Nunca he sentido más ganas de aniquilar a un músico ambulante en mi vida, que por no permitirme escuchar los diálogos. (NOTA MENTAL: comprar auriculares más potentes).





Pues bien, elevo ya, tras haber concluido los ocho capítulos, a esta serie a categoría de obra de Arte. Y no por el guión, que si lo pensamos el rollo policial en busca de asesino en serie está muy trillado, si no por todo lo que rodea al intríngulis en sí, especialmente la fotografía (sublime), la música y el comecome introspectivo y existencial del personaje al que da vida Matthew McConaughey. Quién nos lo iba a decir cuando le veíamos en papeles de chico guapo y tonto hace unos años... Lo que es escoger un buen guión. ¿Verdad, Leo DiCaprio?

Woody Harrelson, tampoco está mal, entendiendo que en su caso la elección de buenos personajes suele ser frecuente, que es actor versátil lo sabemos desde "Cheers", así que no sorprende de forma tan significativa a como lo hace Matthew. (Ay, Matthew, ahora odio más aún si cabe a Penelope Cruz : Buscona). 
Por otro lado su personaje, Martin Hart, se corresponde con un rol más llano, de policía putero, vividor y terrenal. Algo que a uno no le luce tanto, pero si hasta lo hace Santiago Segura en Torrente. 






La serie sorprende aún más a medida que se desarrolla, permitiéndose un giro en el guión a eso del sexto capítulo, cuando ya entiendes el porqué del título, y es que True detective no lo es cualquiera, sólo Rust Cohle, que no cesa en su intuición de perseguir al malo contra viento y marea. "Uno sólo puede ser bueno en un sola cosa", dice Rust y él lo es siguiendo pistas y llevándose a los malvados a su terreno. 

La representación cruda de la sociedad norteamericana en la profunda Louisiana la entiendo como bien conseguida, pero claro una no ha tenido la suerte de adentrarse en las zonas pantanosas y rurales de por allá, como para poder juzgar de primera mano. Pero la fotografía, ay, la fotografía. Más de una vez me quedé absorta parando la imagen para contemplar los planos de los paisajes del sur de Louisiana. Increíbles. 

Por ponerle alguna pega diré que la conclusión se queda un poco corta, me imaginaba yo un desenlace más rimbombante en que cesaran cargos políticos y que tocara a las élites un poco más de lleno, pero parece que los guionistas prefieren complacernos con un final "amable". 

Señores productores, a  la espera quedo pues de la segunda temporada.

Suya que les quiere: 

Kitkate