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viernes, 15 de agosto de 2014

True detective


Pues sí, una que es una tardona, pero para que se imaginen del tiempo del que dispongo, he terminado por fin de ver True detective esta semana y eso gracias a que aumenté la memoria de mi móvil y pude seguir las andanzas de Matthew camino del trabajo y con el traqueteo del metro de fondo. Nunca he sentido más ganas de aniquilar a un músico ambulante en mi vida, que por no permitirme escuchar los diálogos. (NOTA MENTAL: comprar auriculares más potentes).





Pues bien, elevo ya, tras haber concluido los ocho capítulos, a esta serie a categoría de obra de Arte. Y no por el guión, que si lo pensamos el rollo policial en busca de asesino en serie está muy trillado, si no por todo lo que rodea al intríngulis en sí, especialmente la fotografía (sublime), la música y el comecome introspectivo y existencial del personaje al que da vida Matthew McConaughey. Quién nos lo iba a decir cuando le veíamos en papeles de chico guapo y tonto hace unos años... Lo que es escoger un buen guión. ¿Verdad, Leo DiCaprio?

Woody Harrelson, tampoco está mal, entendiendo que en su caso la elección de buenos personajes suele ser frecuente, que es actor versátil lo sabemos desde "Cheers", así que no sorprende de forma tan significativa a como lo hace Matthew. (Ay, Matthew, ahora odio más aún si cabe a Penelope Cruz : Buscona). 
Por otro lado su personaje, Martin Hart, se corresponde con un rol más llano, de policía putero, vividor y terrenal. Algo que a uno no le luce tanto, pero si hasta lo hace Santiago Segura en Torrente. 






La serie sorprende aún más a medida que se desarrolla, permitiéndose un giro en el guión a eso del sexto capítulo, cuando ya entiendes el porqué del título, y es que True detective no lo es cualquiera, sólo Rust Cohle, que no cesa en su intuición de perseguir al malo contra viento y marea. "Uno sólo puede ser bueno en un sola cosa", dice Rust y él lo es siguiendo pistas y llevándose a los malvados a su terreno. 

La representación cruda de la sociedad norteamericana en la profunda Louisiana la entiendo como bien conseguida, pero claro una no ha tenido la suerte de adentrarse en las zonas pantanosas y rurales de por allá, como para poder juzgar de primera mano. Pero la fotografía, ay, la fotografía. Más de una vez me quedé absorta parando la imagen para contemplar los planos de los paisajes del sur de Louisiana. Increíbles. 

Por ponerle alguna pega diré que la conclusión se queda un poco corta, me imaginaba yo un desenlace más rimbombante en que cesaran cargos políticos y que tocara a las élites un poco más de lleno, pero parece que los guionistas prefieren complacernos con un final "amable". 

Señores productores, a  la espera quedo pues de la segunda temporada.

Suya que les quiere: 

Kitkate




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